CHARLAS CUARESMALES 2021
Textos:
Abriendo el “Libro de los Signos”
Itinerario bíblico de preparación a la Pascua con el evangelio de Juan
Viernes, 5 DE MARZO
Las bodas de Caná y la purificación del templo (Gv 2,1-25)
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Sábado, 6 DE MARZO
La sanación del hombre ciego de nacimiento (Gv 9,1-41)
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Domingo, 21 DE MARZO
La resurrección de Lázaro (Gv 11,1-53)
Viernes, 5 DE MARZO
Las bodas de Caná y la purificación del templo (Gv 2,1-25)
1 A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. 2 Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
3 Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». 4 Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». 5 Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
6 Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. 7 Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. 9 El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo 10 y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
11 Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. 12 Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
13 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. 14 Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, 15 haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; 16 y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». 17 Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
18 Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». 19 Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». 20 Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». 21 Pero él hablaba del templo de su cuerpo. 22 Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.
23 Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; 24 pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos 25 y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.
Sábado, 6 DE MARZO
La sanación del hombre ciego de nacimiento (Gv 9,1-41)
1 Y al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó: este o sus padres, para que naciera ciego?».
3 Jesús contestó: «Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4 Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. 5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». 6 Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, 7 y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista.
8 Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?». 9 Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». Él respondía: «Soy yo». 10 Y le preguntaban: «¿Y cómo se te han abierto los ojos?». 11 Él contestó: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver». 12 Le preguntaron: «¿Dónde está él?». Contestó: «No lo sé».
13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14 Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15 También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé y veo». 16 Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: 17 «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?». Él contestó: «Que es un profeta».
18 Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres 19 y les preguntaron: «¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?». 20 Sus padres contestaron: «Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos; 21 y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse». 22 Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera
a Jesús por Mesías. 23 Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él».
24 Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». 25 Contestó él: «Si es un pecador, no lo sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo». 26 Le preguntan de nuevo: «¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?». 27 Les contestó:
«Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?». 28 Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: «Discípulo de ese lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. 29 Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene». 30 Replicó él: «Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. 32 Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; 33 si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder». 34 Le replicaron: «Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?». Y lo expulsaron.
35 Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». 36 Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». 37 Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». 38 Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él. 39 Dijo Jesús: «Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos». 40 Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: «¿También nosotros estamos ciegos?». 41 Jesús les contestó: «Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís “vemos”, vuestro pecado permanece.
Domingo, 7 DE MARZO
La resurrección de Lázaro (Gv 11,1-53)
1 Había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. 2 María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. 3 Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo: «Señor, el que tú amas está enfermo». 4 Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». 5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba.
7 Solo entonces dijo a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea». 8 Los discípulos le replicaron: «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí?». 9 Jesús contestó: «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero si camina de noche, tropieza porque la luz no está en él». 11 Dicho esto, añadió: «Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo». 12 Entonces le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se salvará». 13 Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. 14 Entonces Jesús les replicó claramente: «Lázaro ha muerto, 15 y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su encuentro». 16 Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: «Vamos también nosotros y muramos con él».
17 Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. 18 Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; 19 y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. 20 Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. 21 Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. 22 Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». 23 Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». 24 Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». 25 Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; 26 y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?». 27 Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
28 Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: «El Maestro está ahí y te llama». 29 Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él: 30 porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. 31 Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. 32 Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano». 33 Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció 34 y preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado». Le contestaron: «Señor, ven a verlo». 35 Jesús se echó a llorar. 36 Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!». 37 Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?».
38 Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. 39 Dijo Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días». 40 Jesús le replicó: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». 41 Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; 42 yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». 43 Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, sal afuera». 44 El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
«Desatadlo y dejadlo andar».
45 Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 46 Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
47 Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. 48 Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». 49 Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; 50 no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera». 51 Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; 52 y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. 53 Y aquel día decidieron darle muerte.